Todas las vibras de mi corazón se precipitan con la gravedad inevitable y evidente.

Comunicación sin dialectos inventados, lenguaje del alma, verdad absoluta e intangible que se enciende cuando nuestras miradas coinciden en la infinitud.

Nos creímos locos invencibles y lo fuimos con la brisa de la espontaneidad. Lo somos en un soplo de silencio corregible y sin sentencia. 

¿Para qué utilizar palabras, si el brío de lo nuestro puede romper cualquier estorbo?

A oscuras y en tu lecho apreciarás mis dedos dibujar una montaña en tu perfil, y  sentirás un beso tronado en tu mejilla.

Desde mi posición, a kilómetros de tu latir, te envío un susurro a 528 Hz. que provoque una dulce taquicardia. Simultánea y perpetua, una chipa viaja intuitiva hacia tu ombligo, transcurriéndote todo, iluminando cada vértice.

Tómate un sorbito de tiempo, percibe la armonía y déjate llevar por el ritmo que provoquen tus pasos de luna.